miércoles, 28 de noviembre de 2012

Los ángeles también juegan bolos



Carolina estaba sentada con el mentón sobre la mesa, tranquila, diciendo un par de palabras cada cierto tiempo, recordando algunas cosas y confirmando el olvido de otros episodios de su vida. Yo, por el contrario, estaba dispuesto a indagar respecto a la mayoría de sus aspectos, vivencias y anécdotas.
Rosalba, Jenny y Karen; su madre y sus hermanas, respondían a cada pregunta que  hacía, y es que prácticamente la entrevista era para ellas, quienes han estado en función de Carolina desde siempre.
La dinámica de la noche me resultaba graciosa, yo le preguntaba cualquier cosa respecto al colegio, sus gustos o los bolos, y ella prefería admirar las fotografías de un anuario de Cepa- Corporación educativa para el aprendizaje del año 2009 sin prestarme mucha atención, ah y es que Carolina cursa taller 2 en cepa.
En Cepa lleva 12 años, ella tiene 32 años, sin embargo persuade a quien le pregunta asegurando que tiene 9, lo más curioso es que yo se lo creo, ya que me he dado cuenta que siempre consigue lo que quiere de la manera más simple y con un ligero toque de una característica terquedad, y ni hablar de la manera particular de hacerse entender por los demás; gestos, sonidos, algunas palabras y muchas sonrisas.
Por ratos se paraba y daba una vuelta, no le interesaba si había una conversación o la captura de alguna fotografía de por medio, comportamiento que no me extrañó mucho y que por el contrario me simpatizó ya que su madre me había narrado una historia en la que en una ocasión dejó hablando solo al psicólogo del colegio.
Al verla caminar noté que lo hace con un poco de dificultad y algo de molestia, lo que se debe a dos cirugías de cadera que le realizaron en el 92 y el 97, por un avanzado desgaste de los huesos. También le practicaron una cirugía de corazón a la edad de 7 años por un cierre de ductus o arterias tapadas. Pero al hablar con su familia de las operaciones que le han sido practicadas se aburrió como nunca y se esforzó por que cambiáramos de tema.
Pese a su condición física juega bolos, deporte que parece ser su gran pasión. También practica la natación y va de campamento, baila y actúa. Ha participado en torneos de bolos desde el año 2000, algunos importantes, hablamos del  torneo renacer, Fides y el torneo de la ternura.
¿Por qué ha asistido a Fides? Si, había olvidado mencionar un pequeño detalle y es que Carolina en el juego de cromosomas numero 21 no tiene 2 como la mayoría de nosotros, sino que tiene 3, esto la hace tan especial, y es que  los niños que cuentan con esta característica que se llama trisomía 21, todos, absolutamente todos son muy especiales, y son reconocidos como niños con síndrome de Down, y para algunas personas, como mi madre, son ángeles; porque no conocen de envidias, de rencores o de la mala competencia, para ellos todo es alegría.
El gusto por los bolos comenzó cuando acompañaba a Gustavo, su padre, o ”cuchito”, como ella siempre le dice , a jugar. Posteriormente pudo practicarlo cuando ingresó a Cepa. A estas alturas le gana a Rosalba. Tiene 12 medallas de distintos torneos en los que ha hecho presentaciones destacables. Practica todos los jueves con algunos compañeros del colegio, y es que es tan importante la práctica para ella, que alguna vez y por broma, sus padres le dijeron que no podría seguir jugando. Para ella fue la peor noticia que le podrían dar, inmediatamente monto un episodio, y acudió a una muy efectiva técnica de manipulación con la que argumentó que sin los bolos sentía que el mundo no tenía sentido.
En la pista de bolos las cosas cambian, es paciente, serena. Mientras  espera su turno da  impresión de que planeara muy bien el lanzamiento, permanece casi inmóvil, me atrevo a pensar que  es el producto de su estado de concentración. Finalmente  Llega su oportunidad, la profesora Gloria invita a Carolina a hacer su presentación, ella conserva la paciencia previa y lentamente se levanta, emprende pasos cortos hasta el proveedor de las bolas y busca la indicada, luego de acomodar su mano la levanta y sigue su camino hasta la línea de lanzamiento, su tiro consta de técnica mas no me mucha fuerza, sin embargo logra tirar algunos pinos. Para su segundo lanzamiento no cuenta con mucho éxito y debido a alguna distracción arroja la bola por la canal.
Los compañeros hacen sus respectivas intervenciones hasta que vuelve a llegar su turno, el ritual de preparación para el primer lanzamiento sigue siendo la antesala para el que está por venir, sigue al pie de la letra los movimientos anteriores y luego de respirar honda arroja la bola, sigue siendo un tiro lento, pero a pesar de ello consigue una chuza.
Tres de sus compañeros, Rafita, Javier y Carlos Francisco, al notar mi vínculo con Carolina, vinieron a presentarse. Pidieron que les tomara algunas fotografías y hablaron de sus experiencias con los bolos, con Carolina, y de gran parte de sus vidas. Ya para retirarme Rafita me pidió el favor de decirle a Carolina que se pusiera la chaqueta, petición a la que se unieron sus dos amigos argumentando que podría adquirir un resfriado y eso les preocupaba mucho, a lo que adhirieron algunas otras quejas que me causaron mucha gracia, como cuando van a la clase de natación y no quiere montarse en la ruta sino en el carro de Claudia, la directora. Frente a esto no pude prometerles nada, puesto que desde que conozco a Carolina nunca le ha gustado ponerse la chaqueta.
Carolina no solo es una niña especial que gusta de la práctica del deporte, que va a clases de natación y se esfuerza por nadar bajo el agua,  que espera con gran entusiasmo durante todo el año la semana de campamento, en la que su madre asegura que no extraña ni un minuto ni la casa ni a su familia, o que baila tango en los día de la familia de Cepa. O que conoció el estadio el año pasado en un clásico Santa Fé vs. Millonarios, equipo del cual es hincha, y que ese día fue una gran fiesta. También sigue a la selección de Brasil, y quiere ir a dicho país. Extraño asunto ya que en su hogar nadie gusta del futbol, ni siquiera su padre.
También se dedica a las manualidades; borda, trabaja con arcilla, dibuja y hace arepas, es una gran artista, como dice su profesoras, quien asegura que tolo lo hace con el corazón. Le gusta ir al cine, admira a Shrek y pretende convencer a la gente que existe el Rey León 4, más de uno le ha creído. El día de su cumpleaños es fiesta nacional, el color del pastel debe ser el mismo que el de su camiseta y no puede faltar por nada del mundo una buena serenata, le gustan las rancheras de Rocio Durcal tanto como el pollo.
Tampoco tolera a los médicos, han tenido que hacerle los tratamientos dentales acudiendo a la anestesia general, y en ocasiones indica a los odontólogos como hacer su trabajo, además siempre tiene que sentarse en el puesto del instrumentista.
Carola, como le dicen en la casa, respeta sus propios parámetros dentro de sus afectos académicos; tiene su propia manera de emplear los cuadernos, escribe únicamente en la página de la mano derecha, y respeta tanto su norma que cuando yo tomaba mis apuntes, ella me pasaba las páginas y me indicaba donde escribir.
Pareciera que viviera emparrandada, siempre anda contenta, y cuando toma confianza es todo un personaje. Sin embargo no les gustaría encontrarla de mal genio, el día de su bautizo se puso furiosa con el cura por que la salpicó de agua, o así lo recuerdan su mamá, familiares y allegados.
Carolina también sabe de fotografía, en el colegio ha tomado talleres sobre el tema y una prueba de ello es que parte de las fotos que componen el apoyo visual de este artículo son producto de su dirección de arte.
                                        
Fuentes:
Rosalba Orjuela, (Madre de Carolina).
Jenny Plazas, (hermana de Carolina).
Karen Plazas, (hermana de Carolina).
Gustavo Plazas, (padre de Carolina).
Gloria Castellanos, (profesora de Cepa).

Fotografía:
Archivos familia Plazas Orjuela.
David Felipe Aponte C.

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